jueves, agosto 23, 2007

El muro de Arena Relato-portada

Nota y advertencia: Esta novela consta de hechos netamente ficticios, si bien puede hacer alusión a algunas situaciónes que se caracterizan como de "la vida real", lo cual se hace invetable por tratarse de una novela de historia contemporánea reflexiva. Sin embargo no pretende dar testimonio o ser una nota periodística, por lo cual el proposito es generar una reflexión estética en distintos ámbitos. La postura individual y/o indagación es responsabilidad del lector.
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Axel apresuró la marcha de su motocicleta mientras la lluvia comenzaba a caer por la tarde que daba ese ambiente peculiar del malecón algo estancado en la distancia relativa al gran puerto en donde convergen ciertas calles entramadas, a fin de cuentas, de la ciudad de Barcelona.



En realidad no tenía motivo para apurar el paso, pero ya se había arraigado en él ese instinto de llegar en menos de tres minutos a la pequeña puerta negra del edificio que ya lamentaba el óxido y la lama, por el que sin embargo había habido empeño en limpiar, como los vidrios y ventanales , aún con el vino mesclado que había puesto en su cantimplora después de tomar un alcohol rampante y de alta graduación que derramó justo en la entrada del inmueble.


Tocó su barba crecida pero aún joven, la textura áspera de sus codos resecos, sus rizos duros como el alambre, sus uñas postizas negras y largas que celosamente había barnizado, su pantalón roto tanto por el tiempo como por la tienda de ocasión en donde lo compró totalmente nuevo a aquel estilo norteamericano tan lejos de estas costas de cataluña.


Tocó sus rodillas, que quedaban despotejidas hacia la briza del pujante malecón que, a aquellas horas de la tarde, ya desplegaba sus luces a lo lejos. Este barrio estaba cerca como lejos del gran asidero de barcos que quieren encontrar su rumbo, como las casas mismas de la cuchilla de la ciudad con su uso de los venetanales sobre los almohadones de piedra aún gótica que hacían volúmenes de cubos suavizados y que daban una sensación flotación.


Axel dió con una bolsa en los bolsillos de su chaqueta de piel en la que traía una serie de artículos recuperados:Una botella de vidrio, un reloj bañado de oro, una lata , una manzana, una flauta plástica de pico...y un retrato de un niño de ojos almendrados y verdes, cubierta su tez parcialemnte por una pañoleta bordada y detentanto, a la vez, unos shorts cortos de mesclilla con un rostro con una ligera pero melancólica sonrisa, que por los elementos del fondo y la improvisación del vestido daban una sensación de ausencia al pequeño que debía ser inmigrante, foto que dejó caer y de la cual el viento no se hizo esperar para levantarla.


Tecleó los meros dos dígitos de lo que pretendía ser la contraseña en la pared de ladrillo entre lo oscuro que puede resulatar el otoño y su luz. El individuo entró y poco a poco fue perdiendose entre la puerta del innmueble que al parecer carecía de una luz en el pasillo, o más bien dicho, ésta se había fundido. La indecisión de su rostros contrastaba con lo organizado de lo que traía consigo, lo típico de quien tiene una obligación que ya sólo cumple por automatismo pero que tal vez rechazaría. De quien, en realidad no tiene tiempo para pensar.